Es bien sabido que la Industria de Servicios, es uno de los aportadores principales del PIB en nuestro país (63.4%), sin embargo, en un reporte difundido por INEGI a principios de este año, se comunica la caída de este sector en un .2%, un impacto directo y profundo al crecimiento económico de México, y con esto, a gran parte de las empresas prestadoras y contratistas de servicios, es decir, prácticamente al sector empresarial en general.
Porque, si no prestas un servicio y eres una empresa, muy probablemente, lo contratas, ¿no?
Tema delicado.
¿A qué se debe esta caída?
Los especialistas sugieren que además de que esta caída estaba ya precedida por una tendencia a la baja, se agudiza a partir de la comunicación y propuesta de nuevas politicas públicas provenientes del Poder Ejecutivo y su actual representate.
En otras palabras, el nivel de bienestar económico sufrió una “contracción absoluta”, producto de la vida política de nuestro País.
¿Qué es una contracción absoluta?
En términos generales es la reducción general de bienes y servicios, por lo tanto, el “absoluto” se refiere a la minimización de sectores estratégicos que han aportado grandes porcentajes en el producto Interno Bruto Nacional.
Al día de hoy esta contracción en un sector específico, como “la construcción de obras públicas” involucra a los estados con una economía más fortalecida en el país: Ciudad de México, Estado de México, Nuevo León y Jalisco, influyendo en la disminución de la demanda del mercado en la industria de servicios.
Sin embargo, no es el único factor que determina la capacidad de las compañías para subsistir. Esto nos indica que a pesar de los pesares, aún hay muchos hilos de dónde jalar para poder empujar hacia adelante una empresa en el contexto socioeconómico actual.
En términos generales, podríamos englobarlo en las decisiones internas que se tomen para enfrentar estos escenarios.
Contar con finanzas sanas, es un punto importante de apalancamiento, así como también, generar eficiencias en nuestros procesos cotidianos, controlando los costos no variables, automatizando procesos, incluyendo nuevas formas de trabajo o dinámicas, como designar días de jornadas “home office”.
Al mismo tiempo, las decisiones externas que sí pueden controlarse frente a estas condiciones, toman un papel importante, contratar nuevo personal o no, recortar proveedores o enfocarnos en los más eficientes, qué puedo llevar a cabo a través de un tercero; entre otras, son preguntas que podríamos realizar para no dejar que las amenazas, afecten irreversiblemente el desarrollo de nuestras compañías.